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viernes, 6 de mayo de 2011

4. ¡Que viva la música!

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De la relación que tuve con N1 no salí airosa, al contrario, como muchas mujeres terminé rodeada de amigas que me alcanzaban un pañuelo para limpiar mis lágrimas. En especial agradeceré a Magda, jamás pensé que llegáramos a ser las amigas que hoy somos. Pero bueno, continuemos… N1 me dejó como a muchas de nostras nos dejan… por otra…

Magda se comportó como una amiga alcahueta que no sólo estuvo allí para apoyarme, sino que se convirtió en aquella celestina que trataba a toda costa a que enfocara mi vida hacia otro lado, en realidad estoy segura que ella fue la que mandó al otro lado, o más bien, la que le vendó los ojos a mi moralidad… sí ella es una de las principales culpables.

Pero bueno. Una de las noches en que más hinchados tenía los ojos por andar llorando a N1, Magda decidió llevarme a un bar de rock en español con banda en vivo… y cuando digo banda en vivo… quiero decir que habían extraños de pelo largo con ínfulas de músico rockero, jeans desteñidos, actitud sobrada y una extraña característica que tenía en un verdadero recreo a las feromonas de mi cuerpo.

Pero la mejor parte de la noche comienza justo cuando el bar cerraba sus puertas, mi moral estaba en otro lugar, se había quedado en mi casa, porque en lugar de irme a mi casa a dormir, salí de la mano del guitarrista de la casa, con la firme intensión de sólo hacer cosas malas esa noche y con el miedo y ansiedad de jamás haberme acostado con un hombre sólo a tres horas de conocerlo.

Salir con un rockstar ya era toda una fantasía de por sí, pero ya en la intimidad, toparme con el juguete más grande que había visto en toda mi vida, y con grande quiero decir que apenas un tercio de ella cabía en mi boca… the rockstar (como será llamada de ahora en adelante) era el desquite que toda mujer engañada quiere tener, así que lo disfruté haciendo todas las poses posibles y sacando comportamientos que jamás en la vida sospeché que tenía, golpeaba mis nalgas y me follaba con fuerza, no hicimos el 69, pero estoy segura que hicimos 68 poses, rockstar no sólo tenía el pene más grande con el que me había topado, sino que se había leído completamente el manual de instrucciones de su aparato.


Me volví una cliente destacada del bar, era claro que la mayoría de visitas que hacía al lugar me garantizaban amaneceres de placer en cualquier motel del centro de la ciudad y de la 63, amaneceres donde yo definitivamente pensaba… ¡que viva la música!

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