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viernes, 13 de mayo de 2011

6. La mujer del espejo

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La primera vez que compré un corsé lo hice completamente enamorada. Sí, estaba enamorada de N1, quería sorprenderlo, mostrarle mi lado sexy, ya habíamos sido novios por algún tiempo y era momento de empezar a incursionar en nuevos campos. Decidí ir con una amiga, me levanté temprano, me duché, e hice toda la rutina de una mañana que antecede a una noche romántica… depilación exhaustiva, crema, splash, aceite, peinado, maquillaje… en fin… todo aquello que me llenaba de seguridad.

Llegué a un maravilloso sitio, las luces rojas del letrero sólo me ponían un poco más caliente de lo que ya estaba. Así, que pregunté con algo de pena la ubicación de la sección de lencería, para mi sorpresa el recorrido hasta donde estaba la ropa estaba lleno de cosas maravillosas que no había probado nunca pero que estaba dispuesta a probar, bolas chinas, vibradores, trajes de malla, en fín, un arsenal de placer… pero bueno, encontré el corsé más maravilloso y romántico que podía imaginar, color negro y completamente sexy.
Habíamos planeado con anterioridad ir a un motel esa noche, así que N1 me recogió en mi casa, sin sospechar siquiera que debajo de la ropa “casual” estaba su regalo de la noche, llegamos, e hicimos lo que siempre hacíamos, entramos a la habitación, pedimos dos cervezas, esperamos a que las trajeran y justo después de tener las bebidas sobre la mesa de noche (¿o de rato?) empezó a besarme apasionadamente, incluso trató de acostarme en la cama, pero esta vez la actuación sería distinta, yo iba a disfrutar mi corsé: la idea era mía y las cosas se harían a mi manera.
Lo detuve, de manera sexy (aunque las piernas me temblaban) comencé a quitarme la ropa de una forma delicada y atrevida a la vez, incluso opté por el cliché stripper de tirar la ropa a un lado. La cara de sorpresa de N1 me decía que estaba haciendo las cosas bien, pero lo importante y que definitivamente despertó a la puta que reside en mi, fue lo que dijo:

      - Uy.. No sabes cómo me enciende lo que estás haciendo.

El corsé había cumplido su efecto en él, en mi lo empezó a cumplir luego de que le permití penetrarme sin quitarme el corsé y los pantys. Esta vez no acepté la posición común de estar debajo, asumí mi papel de directora, el espejo gigante de la pared me mostraba toda la escena. Así que ese día, aunque N1 estaba ahí, lo ignoré por completo, estaba extasiada con verme entre ese corsé, ese día el orgasmo que tuve fue sólo mío, mientras él creía que sus “dotes” me hacían comportar como lo estaba haciendo, yo no dejaba de mirar mis movimientos, incluso me miraba a mis ojos, y fantasee conmigo, sólo usé las manos de N1 para ver el contraste entre el color negro de la lencería y sus manos blancas.
Cuando terminé, me recosté a su lado, no le permití que me abrazara, en vez de eso, y aún con el corsé puesto saque los cigarrillos y comencé a fumar, jamás iba a olvidar a la mujer del espejo, era ella quien yo quería ser de ese día en adelante.

1 comentarios:

  1. meralectura dijo...

    Tantas veces creí.... que imbécil!!! simplemente lo que tenemos que hacer, es caso. Parece simple, pero lo complicamos, que mal. Los hombres somos muy torpes (por eso no me gustan jeje) gracias a alguien que aun así nos permiten tocar

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