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miércoles, 27 de abril de 2011

1. Con la Moral Distraída

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Muchas mujeres soñamos con el príncipe azul, pero tal vez, después de los muchos sapos que hemos tenido que besar , la respuesta o conclusión más evidente es que los príncipes no existen… sin embargo mi conclusión un poco más elaborada y menos pesimista y que por ende me gusta más, es que nosotras no somos princesas...

Las princesas no existen, ni los príncipes tampoco. Mi ventaja ante muchas es que me gusta no ser princesa, me enorgullece lo que hago, me enaltece aceptar que soy ninfómana y rezo cada día por no ser mojigata, soy feliz de tener una moral distraída, una moral que no me juzga cuando la paso bien y que por el contrario me obliga a portarme mal, no le tengo miedo a ninguna palabra, así que cualquiera que se les venga a la mente para describirme me gusta.

Soy una mujer común y corriente, trabajo, sueño, me enamoro, me engañan, soy fiel e infiel, soy chiquita, no poseo un cuerpo de modelo pero recibo piropos y chiflidos en la calle, en fin, soy una mujer del común, una chica que quiere contar lo que significa tener una moral distraída en mundo que se tilda de liberal y moderno pero que aún juzga a quien decide serlo.

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